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04 de septiembre, 2020 10:41
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Ni Fernández ni Macri, ni Suárez ni Cornejo son los inventores del virus ni lo esparcen. Pero enfrentan la pandemia de diferentes modos, con objetivos y prioridades distintos. La pandemia no debe partidizarse en términos de grieta absurda e irresponsable. Pero sí debe politizarse en términos del necesario debate sobre políticas públicas acertadas o erróneas para enfrentarla. Y en general, la política sanitaria para la enfermedad es una continuidad del enfoque de políticas económicas o sociales que se tenían en “normalidad”. El problema no ha sido la cuarentena, sino las hipócritas defensas mediáticas y políticas de los sectores económicos concentrados (gran capital financiero, grupos monopólicos, terratenientes, etc.) que han defendido a toda costa continuar con sus actividades “normales”: es decir seguir acumulando, llevársela con pala, a costa del sudor y lágrimas ajenas. Ahora literalmente a costa de la muerte ajena. El virus es democrático, contagia por igual a políticos de signos contrarios. Pero las políticas hacen las diferencias, y en este caso son entre la vida y la muerte. Cornejo habló de "enamoramiento de la cuarentena". Y de equilibrar entre la salud y la economía. Se trata en realidad de las vidas y la continuidad de los negocios. ¿Cuál sería un equilibrio: 200 muertes? ¿400 vidas? Aún mayores de 65 años y con enfermedades como una diabetes ¿no merecen seguir viviendo? Una cosa es morir porque el organismo biológico no resiste aunque le hayan suministrado antivirales, oxigeno o lo que haga falta. OTRA COSA ES MORIR PORQUE NO HAY CAMA O FALTA EL TERAPISTA. O PORQUE SE ENFERMARON LOS MÉDICOS. Leer más
Ni Fernández ni Macri, ni Suárez ni Cornejo son los inventores del virus ni lo esparcen. Pero enfrentan la pandemia de diferentes modos, con objetivos y prioridades distintos. La pandemia no debe partidizarse en términos de grieta absurda e irresponsable. Pero sí debe politizarse en términos del necesario debate sobre políticas públicas acertadas o erróneas para enfrentarla. Y en general, la política sanitaria para la enfermedad es una continuidad del enfoque de políticas económicas o sociales que se tenían en “normalidad”. El problema no ha sido la cuarentena, sino las hipócritas defensas mediáticas y políticas de los sectores económicos concentrados (gran capital financiero, grupos monopólicos, terratenientes, etc.) que han defendido a toda costa continuar con sus actividades “normales”: es decir seguir acumulando, llevársela con pala, a costa del sudor y lágrimas ajenas. Ahora literalmente a costa de la muerte ajena. El virus es democrático, contagia por igual a políticos de signos contrarios. Pero las políticas hacen las diferencias, y en este caso son entre la vida y la muerte. Cornejo habló de "enamoramiento de la cuarentena". Y de equilibrar entre la salud y la economía. Se trata en realidad de las vidas y la continuidad de los negocios. ¿Cuál sería un equilibrio: 200 muertes? ¿400 vidas? Aún mayores de 65 años y con enfermedades como una diabetes ¿no merecen seguir viviendo? Una cosa es morir porque el organismo biológico no resiste aunque le hayan suministrado antivirales, oxigeno o lo que haga falta. OTRA COSA ES MORIR PORQUE NO HAY CAMA O FALTA EL TERAPISTA. O PORQUE SE ENFERMARON LOS MÉDICOS.
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Etiquetas: colapso pandemia políticas públicas