"Este capítulo de hoy es fruto de un empate... Mejor dicho, este capítulo de hoy es consecuencia de un desempate. Cabe aclarar que no hay nada deportivo o competitivo en este espacio radial literario, o si tal vez hay algo, no es para nada evidente. Cuando hablo de empate y desempate me refiero a mis propias valoraciones acerca de un autor en particular. Un novelista sobre el que existe un consenso muy positivo pero... Mejor voy a aclarar, porque así dicho parece un tanto confuso. Empiezo de nuevo. En este capítulo 66 de “El dulce veneno de la novela negra” les voy a contar acerca de la obra de un escritor argentino que se difundió mucho en los últimos años. No ese trata de un autor joven, anda por los cincuenta y pico, apenas un par de años menor que quién les habla. Comenzó a escribir a los 45 años, pero desde entonces tiene una importante cosecha de premios. Y lo del empate tiene que ver con una valoración absolutamente personal ya que, hace un tiempo, leí sus dos primeros libros y me pasó algo no muy usual: uno me gustó muchísimo y el otro no me gustó nada. Para peor la novela que no me gustó era claramente un policial negro y la que me había entusiasmado tenía rasgos del género pero se podía encuadrar tal vez en la ciencia ficción. Desde hace varios meses me esperaba en mi casa otro de sus libros y no me decidía a leerlo pero, luego de terminar unas lecturas muy intensas, tenía la duda de con qué seguir y, recorriendo mi biblioteca, me volví a tropezar con ese volumen pendiente. Entonces me decidí a encararlo, con la sensación de desempate que mencionaba al principio. Era una novela corta, terminé de leerla en un día, pero a mitad del libro no me cabían dudas, estaba ante un excelente escritor. Dediqué todo el día siguiente, domingo, a leer otra de sus novelas, y hoy lunes estoy comenzando a escribir este capítulo con la alegría de que ese desempate se haya trasformado en goleada. El lenguaje deportivo es oportuno ya que Horacio Convertini, que de él se trata, es muy futbolero. También es un gran escritor que vale la pena leer y difundir. Por eso este capítulo 66 de “El dulce veneno de la novela negra” está dedicado a su obra." Gabriel M. Wainstein
hace 5 años, 7 meses
por gabwain
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