Ante el tironeo propio de las jerarquías de las palabras dominantes aparecen, por debajo de la línea del radar de los poderosos, hombres como Juan Ignacio Liébana quien con los pies embarrados llega desde Añatuya Santiago del Estero a Chascomús en el centro de la Provincia de Buenos Aires. Viene munido de ofrendas de los más humildes que son símbolos significativos del amor del pueblo. Además llega con la savia que anida en las encíclicas sociales del Papa Francisco. Verdaderos documentos políticos de esta época. Te acercamos algunas de las palabras con las que JUAN IGNACIO LIÉBANA asumió como nuevo obispo de Chascomús. Un Padre, hermano, pastor y amigo, como él mismo se presenta, y se ofrece para ser arcilla moldeada por la voluntad de Dios y las manos de su Pueblo. Un nuevo obispo que presentándose humilde, servidor, nos propone entregarnos junto con él como pan partido para ser comido y compartido, un pan compartido entre el pueblo pobre y trabajador; nos propone ser seres de luz disipando tinieblas de prejuicios, chismes, odios y sentires malignos personalistas o supremacistas, como patrones de estancias que excluyen, segregan, dividen y lastiman con indiferencias. Llega a tiempo un Nuevo Obispo para prepararnos hacia nuestras pascuas. Nos trae aromas de monte y tierra santiagueña, lo acompaña la Virgen de Huachana. Nuevo Pastor para estos nuevos tiempos, artesano de la Cultura del Encuentro de una iglesia parecida a su pueblo y que promueve el compromiso activo y la acción pastoral.